Esta obertura lo fue todo, piano de cola con la sensibilidad de Noelia Olivares en sus manos y su voz. El porte impecable de Heri, su voz, parecía que me cantaba al oído, siempre me saben a poco sus actuaciones. La coreografía, la escenificación de lo limpio, lo puro, lo esencial. Y como un arrullo penetrando en nuestros corazones «Complainte de la butte». Los bailarines, enfrentados a una representación cruda, «Nada que decir, mucho que contar», con sus movimientos entrelazados, casi flotando, emocionante…